No Estamos Solos
Hola a todos los estudiantes del gnosticismo, a continuación compartiremos con ustedes fragmentos entregados por el avatara de acuario, en dos de sus obras relacionadas al mundo maravilloso de la vida fuera de nuestro planeta tierra.
Fue allá por el año de 1950 cuando nosotros hablamos por vez primera sobre los Discos Voladores. Por aquel año afirmamos enfáticamente que tales Discos Voladores son realmente Naves Cósmicas tripuladas por habitantes de otros planetas.
Por aquella época muchos se rieron de nuestras afirmaciones, pero hoy los acontecimientos nos han dado la razón. En los Estados Unidos existe un departamen- to científico dedicado únicamente a la investigación de estas Naves Cósmicas.
La ley de los accidentes incluye también a esas naves y varias han chocado o han explotado violentamente en el aire. Los Estados Unidos tienen en su poder restos de algunas de esas naves.
No nos proponemos demostrar en este folleto la Realidad de las Naves Inter- planetarias, porque esa realidad está ya totalmente demostrada. Sólo queremos ahora ampliar las informaciones que en el año de 1950 dimos a la humanidad en la primera edición del Matrimonio Perfecto.
Las Naves Cósmicas tienen su historia y sus tradiciones. Realmente esas Na- ves fueron creadas por Ángeles, Arcángeles, Serafines, etc., que poseen cuerpo de carne y hueso. Muchas tradiciones cósmicas mencionan a San Venona y su sistema de Navegación cósmica.
San Venona es un Ángel con cuerpo de carne y hueso. San Venona nació en el planeta Soort donde se dedicó a investigar la Ley de la Caída. He aquí querido lector la formulación que el propio San Venona dio sobre esta Ley Cósmica.
«Todas las cosas que existen en el mundo caen hacia el fondo, y el fondo para cualquier parte del Universo, es su Estabilidad más próxima y dicha Estabilidad es el lugar o punto sobre el cual convergen todas las líneas de fuerza provenientes de todas direcciones».
Los centros de todos los soles y de todos los Planetas de nuestro universo son precisamente esos puntos de estabilidad. No son sino los puntos inferiores de aque- llas regiones del espacio hacia las cuales tienden definidamente las fuerzas prove- nientes de todas las direcciones de aquella parte dada del universo. También se con- centra en estos puntos, el equilibrio que permite a los soles y planetas mantener su posición».
Al enunciar su principio San Venona dijo además que al caer las cosas en el espacio donde quiera que ello fuese, tendían a caer hacia uno u otro sol, hacia uno u otro planeta, según a qué sol o planeta perteneciera aquella parte dada del espacio en que caía el objeto, constituyendo cada sol o planeta en esa esfera determinada la es- tabilidad a fondo.
Nosotros conocemos aquí en México, D.F., a un hombre que estuvo en el Planeta Venus. Nos cabe el alto honor de haberlo visitado.
Una noche cualquiera de invierno llegamos a las puertas de su casa. Tuvimos la suerte de ser recibidos por él. La familia estaba viendo la televisión, pero en forma muy amable apagaron la televisión y nos dejaron a solas con él en su sala.
Es un hombre muy sincero y bondadoso; no es ocultista ni espiritualista ni nada por el estilo; no presume de sabio; y a pesar de haber vivido la más extraordinaria aventura cósmica, realmente no tiene nada de orgullo.
No nos proponemos en este simple folleto narrar en detalle lo que sucedió a es- te hombre; sólo queremos hablar en síntesis y eso es todo. En el mes de agosto del año de 1953, este hombre estuvo personalmente en el Planeta Venus. Su nombre es SALVADOR VILLANUEVA MEDINA.
El acontecimiento sucedió cuando menos lo esperaba. Conducía un carro de al- quiler con una pareja de NORTEAMERICANOS rumbo a los Estados Unidos por el territorio mexicano a lo largo de la carretera de Laredo.
Llevaba recorridos 484 kilómetros cuando de dañó el carro. Los GRINGOS abandonaron el carro y se fueron en busca de una grúa para llevar el carro al pueblo más cercano con el propósito de repararlo.
Este fue el principio de la aventura, Salvador se metió debajo del carro para in- tentar repararlo; de pronto escuchó pasos en la arenilla de la carretera y alguien le preguntó en perfecto español qué le pasaba al coche. Salvador guardo silencio y al salirse fuera del lugar ocupado por el carro, se encontró frente a un hombre extraña- mente vestido que medía poco más o menos 1 metro con 20 cms.
LEl cuerpo de dicho hombre era de una perfección extraordinaria; blanco como el armiño y lleno de belleza en todo su conjunto. Lo que más le llamó la atención a Salvador fue el raro uniforme y el misterioso cinturón resplandeciente.
El hombre llevaba el cabello largo y usaba un casco metálico muy especial. Fue- ron realmente pocas las palabras que entre ambos se cruzaron en ese instante. El extraño personaje se despidió cortésmente y luego se metió entre la montaña.
Lo más interesante vino después cuando ya Salvador dormía; unos Fuertes gol- pes en la ventana de su carro lo despertaron sobresaltado. Sin pensarlo mucho, Sal- vador abrió la puerta de su carro y su sorpresa fue mayúscula al ver otra vez al mismo personaje acompañado con otro que tenía el mismo aspecto y el mismo traje. Salva- dor los invitó a entrar en su carro y luego trató de ayudarles a cerrar la portezuela, pe- ro al estirar el brazo derecho sobre ellos con dicho propósito, sintió una corriente eléc- trica que le paralizó momentáneamente el brazo.
La plática en el carro fue maravillosa. Ellos le manifestaron a Salvador que ve- nían del Planeta Venus. Salvador en principio no les creyó y hasta se indignó creyen- do que estos caballeros se burlaban de él. Salvador llegó inclusive a afirmar que solo el planeta tierra podía tener habitantes; dijo que así lo había aprendido por las afirma- ciones de los sabios de la tierra, etc.
¿Que les hace pensar tal cosa?- Le preguntaron- ¿Acaso los deficientes medios de que disponen para sus cálculos? ¿No les parece demasiada pretensión creer que son los únicos seres que pueblan el Universo?
Estas palabras ya se le hicieron muy raras a Salvador y además el color de esos rostros tan blancos, sus expresivos ojos, su extraña voz, sus extraños cascos, sus misteriosos cinturones, etc. le hicieron pensar muchísimo.
Sería largo narrar toda la conversación que Salvador tuvo con esos Venusinos; ellos le contaron cómo era la vida en Venus; cómo vivían, qué comían, cómo eran sus ciudades, sus calles, etc., etc.
UN VISITANTE JUPITERIANO
Las noticias que vienen de todas partes del mundo aseguran que las Naves Cósmicas aterrizan en distintos lugares de la Tierra. Lo que más le molesta a los bribones es no poder capturar una de esas Naves con tripulación y todo.
Estamos absolutamente seguros de que los caníbales del Africa y de la Amazonas también se sienten muy molestos cuando no logran capturar a un explorador.
En el caso concreto de los Platillos Voladores las gentes quieren proceder como caníbales, pero los tripulantes de las Naves Cósmicas conocedores del salvajismo humano es claro que no están dispuestos a dejarse atrapar porque saben muy bien la suerte que les aguarda. Los bribones los harían presos, las Naves serían decomisadas y utilizadas para la guerra, etc., etc., etc.
Las tripulaciones de esas Naves Cósmicas no están dispuestas a servir de conejillos de Indias y antes que dejarse atrapar prefieren con justa razón desaparecer en el espacio infinito, esto es semejante, al explorador de raza blanca que huye ante la tribu de caníbales.
Estamos diciendo algo que pueda herir demasiado a los bribones porque ellos se quieren demasiado a si mismos y presumen de supercivilizados aunque en el fondo sean verdaderamente salvajes vestidos a la moderna.
En el Brasil, cerca de Paraná, aterrizó una Nave Cósmica en presencia de un científico famoso, de apellido Kraspedón. El capitán de dicha Nave invitó al mencionado científico a visitar su Nave.
El citado científico pudo conocer no sólo el interior de la Nave, sino también su tripulación.
El capitán de dicha Nave dijo venir de un Satélite del Planeta Júpiter. Habló en perfecto español y prometió al citado científico corresponder a su visita. Cuando el señor Kraspedón quiso darle al capitán sus datos domiciliarios no fue necesario porque el capitán declinó la oferta diciendo: “Nosotros sabemos perfectamente cómo encontrarlo a usted en la Tierra”.
Seis meses más tarde, un domingo cualquiera, el señor Kraspedón, cerrado en su estudio en su casa, fue interrumpido de pronto por su mujer quien le informó que en la puerta estaba un hombre que deseaba hablar con él. Díjolo que tal hombre traía entre sus manos una Biblia y que insistió en dar explicaciones sobre ésta.
El señor Kraspedón ordenó a su mujer despedir al visitante y cerrar la puerta. Momentos después regresó la señora informando a su marido que el mencionado visitante no quería irse e insistía en hablar con él.
Un poco mal encarado resolvió el citado científico abandonar su estudio y salir a la puerta para atender al visitante. Grande fue su sorpresa al encontrarse cara a cara con el capitán de la Nave Cósmica que seis meses antes había conocido
El señor Kraspedón invitó al visitante, haciéndolo pasar a la sala de su casa. Luego vino la plática. El citado científico quiso examinar las capacidades intelectuales del Jupiteriano y lo metió en un callejón muy difícil, con preguntas complicadísimas sobre la Biblia.
Aquel visitante demostró poseer una brillantísima inteligencia pues conocía hasta las raíces más íntimas del griego, del hebreo y del arameo y supo darle a las Sagradas Escrituras interpretaciones altamente científicas, profundamente filosóficas, extraordinariamente artísticas y trascendentalmente místicas.
Después de esa entrevista, hubo dos entrevistas más en distintos lugares de la ciudad a las cuales concurrió el citado científico acompañado por un Profesor de Física y Matemáticas.
Las enseñanzas que dio el Jupiteriano en materia de Astronomía fueron realmente formidables, todo ese conocimiento es trascendental.
El señor Kraspedón es un científico serio; no se trata de ningún charlatán. Resolvió condensar todos los conocimientos que el Jupiteriano le entregó en un precioso libro escrito en portugués y titulado los “DISCOS VOLADORES”.
Advirtió el Jupiteriano que las explosiones atómicas están alterando la camada superior de la atmósfera terrestre. Esta camada es el filtro supremo que descompone y analiza los rayos solares transformándolos en luz y calor.
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Dijo el Jupiteriano que si los científicos atómicos continuaban con sus explosiones nucleares llegaría el día en que ya el filtro supremo seria incapaz de analizar y descomponer los rayos solares en luz y calor, entonces veríamos al Sol negro como silicio y la Luna roja como sangre y sobre la faz de la Tierra un color rojo ferruginoso.
Advirtió el Jupiteriano que al descomponerse la Camada Superior de la Atmósfera terrestre que sirve de sustentáculo para la vida de la Tierra, vendrían grandes terremotos y las ciudades caerían como castillos de naipes, hechas polvo.
Informó el Jupiteriano diciendo que ya ellos, los navegantes del espacio que visitan a la Tierra, están viendo la Camada Superior de la Atmósfera terrestre en franco proceso de alteración y sin el brillo y esplendor de otros tiempos.
Dijo el Jupiteriano que la guerra termonuclear saturará con las radiaciones atómicas el agua que bebemos, los cultivos con que nos sostenemos, las nubes que traen las lluvias, etc.
Advirtió el Jupiteriano que la radiación atómica dañará el fósforo en el cerebro del ser humano y por doquiera se verán escenas dantescas en las calles, hospitales llenos de gentes, multiplicación del cáncer y de la leucemia, millones y millones de muertos, hambre y desesperación.
Los tiempos van pasando, las explosiones atómicas continúan ahora en forma subterránea tanto en Rusia como en los EE. UU.. Francia y China siguen haciendo explosiones atómicas en la atmósfera y los diarios del mundo entero traen noticias de terremotos espontáneos ya en Chile, ya en San Salvador, ahora en Irak, Japón, etc.
Estamos ante hechos concretos que no se pueden refutar. A los envidiosos les molestará mucho el citado relato sobre el Jupiteriano y el señor Kraspedón y no nos extrañaría mucho que ahora lancen contra nosotros todas sus sátiras basadas en un escepticismo estúpido como aquellos que se burlaron de Pasteur, Galileo, Edison, etc.
Lo que más les molesta a los envidiosos es no tener la oportunidad que tuvo el señor Kraspedón, estamos seguros de que los caníbales y que si a estos envidiosos se les diera semejante oportunidad abusarían de ella inevitablemente, capturando o matando a los visitantes del Cosmos Infinito.
Los caníbales son caníbales y los habitantes de otros mundos saben muy bien cuidarse de ellos desapareciendo en el espacio antes que las hordas bárbaras puedan capturarlos.
en algunos lugares de la Tierra, muy secretamente, existen grupos humanos selectos que están en contacto con los visitantes cósmicos, de los cuales han recibido pequeñas cantidades de Naves Interplanetarias.
En los Himalayas llenos de nieve y frío, existe cierto grupo de Lamas que está en contacto con nuestros hermanos del espacio. Ese grupo posee muy en secreto cierta cantidad de Platillos Voladores, con los cuales viaja a través del infinito.
En otros lugares de la Tierra existen grupos similares que ya poseen los Platillos Voladores.
Tomado de los Libros, Las Naves Cósmicas y Los Platillos Voladores por v.m. Samael Aun Weor.