La Ley del Péndulo

Vamos a comenzar nuestra cátedra de esta noche. Ciertamente la humanidad vive entre el batallar de las antítesis, entre la lucha cruenta de los opuestos. A veces nos encontramos muy alegres, contentos; otras veces, nos hallamos deprimidos, tristes.

Tenemos épocas de progreso, de bienestar unos más que otros, de acuerdo con la ley del karma; también tenemos épocas criticas en lo económico, en lo social, etc. Hay veces que nos encontramos optimistas, con relación a la vida, y hay veces que nos sentimos pesimistas.

Siempre se ha visto que a toda época de alegría, de contentamiento, le sigue una temporada depresiva, dolorosa, etc. Nadie puede ignorar de que siempre estamos sometidos a muchas alternativas en el terreno práctico de la vida. Por lo común, a las épocas que nosotros denominamos «Felices», siguen épocas angustiosas. Es la ley del péndulo la que gobierna, realmente, nuestra vida.

Ustedes han visto, por ejemplo, el péndulo de un reloj: tan pronto asciende, por la derecha, como se precipita para ascender por la izquierda. Esa ley del péndulo gobierna también a las naciones –No hay duda–. En las épocas, por ejemplo, en que Egipto florecía a las orillas del Nilo, el pueblo Judío parecía o no es que parecía, era nómada en el desierto. Mucho más tarde, cuando el pueblo Egipcio decayó, se levantó victorioso el pueblo Hebraico. Es la ley del Péndulo. Una Roma triunfante, se sostiene sobre los hombros de muchos pueblos, pero después cae, con la ley del péndulo y esos pueblos ascienden victoriosos.

Todos los seres humanos dependen de la ley del péndulo, eso es obvio. Tenemos buenos amigos y si sabemos comprenderlos, es claro que podremos conservar su amistad; sería absurdo que nosotros exigiéramos que nuestros amigos no estuvieran jamás sometidos a la ley del péndulo.

Nunca debe extrañarnos, por ejemplo, que un amigo con el cual hemos tenido siempre buenas relaciones, resulte de la noche a la mañana con el ceño fruncido, iracundo, berrinchudo, mal genioso, duro en la palabra, etc., ante nosotros. En esos casos hay que hacer una venia respetuosa y retirarnos, para que el amigo tenga tiempo de desahogarse, y por el hecho de que nos haga «mala cara» un día, no debemos nosotros desanimamos; antes bien comprenderlo, porque no hay ser humano que no esté sometido a la ley del péndulo

Así pues que, vale la pena ser reflexivo. Esta ley del péndulo, parece o entiendo que se hace muy manifiesta, especialmente en los nativos de Géminis. 21 de mayo al 21 de Junio. Estos de Géminis tienen –se dice– una doble personalidad. Como amigos son extraordinarios, maravillosos, llegan hasta el sacrificio por sus amigos, pero cuando cambia la personalidad, entonces son lo opuesto y todo el mundo queda desconcertado. 

Bueno, este es precisamente un ejemplo de lo que es la Ley del Péndulo. No quiero decir que ellos sean únicamente los exclusivos en esta cuestión de la ley del péndulo, no, hasta allá no llegamos, pero sí por lo menos la especifican, la ponen de relieve, sirven como de patrón de medida, nos indica lo que en realidad de verdad es tal ley.

Quienes conocemos a los nativos de Géminis, sabemos manejarlos. Cuando viene su personalidad fatal o negativa a la manifestación, nosotros no oponemos ninguna resistencia, y pacíficamente aguardamos que vuelva la personalidad simpática a la actividad.

Resulta interesante todo esto; pero es que la ley del péndulo no solamente está demostrada por los nativos de Géminis, también la podemos evidenciar en nuestro organismo. Existe un diástole y un sístole en el corazón, es decir, la ley del péndulo. «Diástole», deviene de cierta palabra griega que significa «Reorganizar», «prepararse», «acumular», etc. «Sístole» significa «contracción», «impulso», «dirección», de acuerdo con ciertas palabras griegas.

Durante el diástole, el corazón se abre para recibir la sangre, mas también organiza, prepara, etc., hasta que toma una nueva iniciativa, se contrae y lanza pues la sangre a todo el organismo. Este lanzamiento es importante, por el se existe. Pero lo que sí me doy cuenta cabal, es que las gentes comprenden que hay un diástole y un sístole, pero no entienden que entre el diástole y el sístole existe una tercera posición: La de preparación, ordenamiento, acumulación de potencias vitales, etc. Se nos diría que es muy breve, pues; el intermedio entre el diástole y el sístole…

Conclusión: Somos esclavos de una mecánica. Si alguien nos da palmaditas en el hombro, sonreímos tranquilos; si alguien nos da una bofetada, contestamos con otra; si alguien nos dice una palabra de alabanza, felices nos sentimos, pero si alguien nos hiere con una palabra agresiva, nos sentimos terriblemente ofendidos.

Total, somos maquinitas sometidas a la ley del péndulo, cada cual puede hacer de nosotros lo que le venga en gana. ¿quieren vernos contentos? denos unas cuantas palmaditas en el hombro y unas cuantas lisonjas al oído, y estamos contentísimos. ¿Quieren vernos llenos de ira? díganos una palabra que nos hiera el amor propio, dígasenos cualquier palabra dura, y nos verán también ofendidos, iracundos.

Así, pues, la psiquis de cada uno de nosotros, en realidad de verdad está sometida a lo que los demás quieran. No somos –eso es triste decirlo– dueños de nuestros propios procesos psicológicos;

cualquiera puede manejar nuestros procesos psicológicos, somos verdaderas marionetas que cualquiera maneja. Si yo quiero tenerlos aquí contentos a ustedes, me basta endurzarles el oído, alabarlos, y los tengo felices. Si yo quiero que ustedes queden disgustados conmigo, me pongo a ofenderlos y entonces ustedes fruncen el ceño, el entrecejo, ya no me miran con dulces ojos –como en este momento me están mirando– si no en forma iracunda, con «ojos de pistola».

v.m. Samael Aun Weor

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